miércoles, 2 de abril de 2014

Porqué interés en la literatura?

En estos momentos que nos preguntamos qué hacer con los bancos y los banqueros, con la deuda del pais y con la nuestra, con la educación, con el trabajo, con la memoria histórica, con el medio ambiente, Etc. Son temas que nos preocupan a diario, pues son cuestiones básicas para nuestro inmediato porvenir. Pero ¿y la literatura? 

¿Es necesario preguntarnos, qué hacemos con la literatura? ¿Hablar de literatura en estos tiempos de resistencia, de luchas sociales, de apuros económicos, no es una pérdida de tiempo, incluso una distracción a la hora de afrontar las cuestiones verdaderamente importantes? ¿No constituye, incluso, una obscenidad elevarnos a las nubes de lo literario cuando el enemigo quiere acabar con nosotros? ¿Acaso estamos preocupándonos por las rosas cuando apenas tenemos pan?

Pues no! Hablar de literatura en estos momentos es un acto de sana rebeldía, es una manera de afrontar la búsqueda de nuestro yo más interno, explorando el laberinto de nuestra propia dualidad, como dice Galeano perdiéndonos para poder encontrarnos a nosotros mismos y en ese encuentro generar razones, respuestas y más preguntas.

Pero ¿cómo abordar este tema, tan aparentemente abstracto y alejado de la realidad
hay tres caminos. El primero; tratar la literatura como una mercancía –¿acaso es otra cosa? El segundo, como un objeto con valor de intercambio insertado en la sociedad de mercado y consumo y el tercero como un valor inapreciable en el cual saciamos nuestra sed más sutil a veces, y otras, nuestra hambre fiera de emociones y angustias.

Y de esto se trata cuando nos preguntamos Qué hacemos con la literatura: de romper con discursos dominantes y trillados, de enfrentarnos a la noción de literatura que se nos impone, de arrancarle el velo de idealismo que nos impide verle al texto literario su rostro histórico. Se trata de cotidianizar la literatura como fuente de paz o de conocimientos, reflexionando acerca de nuestra experiencia como lectores, pero también de andar otros caminos para la producción de discursos literarios que siembren inquietudes, que abran grietas en el capitalismo consumista, para tumbarlo y construir una sociedad libre de explotación. Porque, en definitiva, es de lo que se trata, de remover los cimientos de un orden que esclaviza y dar lugar a un desorden que libere, que trastoque las pobres ideas organizadas que no están generando nuevas motivaciones trascendentes.

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